María José de Bélgica, también conocida como la Princesa María José de Bélgica, fue una figura destacada en la historia de la realeza europea y su vínculo con Cuernavaca, México, agrega un matiz interesante a su vida.
María José de Bélgica (en francés: Marie-José de Belgique; Ostende, 4 de agosto de 1906 – Thônex, 27 de enero de 2001), fue hija del rey Alberto I de Bélgica y de la duquesa Isabel de Baviera y hermana del también rey Leopoldo III. También fue sobrina nieta de Carlota de Bélgica, última emperatriz de México. Fue la última reina de Italia por su matrimonio con Umberto II. Sin embargo, su conexión con Cuernavaca se remonta a un periodo posterior a su vida como reina. Después del exilio de la familia real italiana tras la Segunda Guerra Mundial, María José y su esposo vivieron en diferentes lugares del mundo, incluyendo México.
Cuernavaca, conocida por su clima templado y sus exuberantes paisajes, atrajo a María José de Bélgica durante su exilio. La princesa encontró en esta ciudad mexicana un refugio tranquilo y acogedor lejos de los tumultos políticos y las tensiones de Europa. Durante su estancia en Cuernavaca, María José disfrutó de la hospitalidad mexicana, exploró los jardines exóticos y se sumergió en la rica cultura local.
Su presencia en Cuernavaca dejó una huella perdurable en la memoria de la ciudad y sus habitantes. La princesa, con su elegancia y su gracia, fue una figura respetada y querida por la comunidad. Su estancia en esta ciudad mexicana no solo simbolizó un período de paz y serenidad en su vida, sino que también enriqueció la historia de Cuernavaca como un lugar de acogida para personalidades internacionales.
Aunque la estancia de María José en Cuernavaca fue solo temporal, su influencia perdura como parte de la rica tapestry de la historia de la ciudad, un testimonio de cómo los lazos entre diferentes culturas y países pueden tejerse en los momentos más inesperados.
